Tras la administración de la segunda dosis de la vacuna frente al coronavirus SARS-CoV-2 por parte de las autoridades sanitarias en todas las residencias de personas mayores gestionadas por IMQ Igurco y el transcurso del periodo de siete días, tiempo necesario para la generación de la inmunidad en el organismo, todas las personas que en ellas viven o trabajan se encuentran expectantes, ilusionados pero, a la vez, prudentes, ante esta nueva etapa.
Desde IMQ Igurco se desea agradecer a todas las personas implicadas en el proceso de vacunación (investigadores, laboratorios, responsables públicos, gestores, profesionales, familiares y, por supuesto, las personas mayores), su contribución a que la generación de una vacuna y la inmunización de una población tan vulnerable ante este coronavirus haya podido ser una realidad en un tiempo realmente breve para un proceso de esta extraordinaria complejidad.
Esto ya se está reflejando en los datos de incidencia en las residencias de personas mayores en Euskadi, que se han reducido en las últimas semanas de una manera drástica. Se percibe un horizonte de esperanza.
Las residencias de IMQ Igurco son espacios seguros y ya se contemplan, con la prudencia necesaria, algunos cambios a corto y medio plazo, a medida que se consolida la situación y continúa la vacunación con el resto de la población, de acuerdo a las prioridades establecidas. No obstante, merece la pena recordar que estos cambios son determinados por las autoridades sanitarias, más concretamente, el departamento de Salud del Gobierno Vasco y las diputaciones forales de Bizkaia y Álava. En el deseo de todos y todas está la recuperación de espacios de normalidad, a medida que se aumente y consolide la inmunización de la sociedad.
Merece la pena destacar que el porcentaje de profesionales vacunados es muy elevado, llegando en algunos centros al 100 %, lo que va a permitir gozar de una inmunidad de grupo en la práctica totalidad de las unidades convivenciales. Las excepciones están siempre vinculadas a situaciones sanitarias muy personales.
Tal y como destaca el Dr. Iñaki Artaza, director Médico Asistencial de IMQ Igurco, “llevamos un año difícil, de temores colectivos y privados, de sobresaltos continuos, de esperas desesperantes y de alegrías contenidas al confirmarse una PCR negativa. Algunos, como en mi caso, pasamos por el hospital y conocimos más de cerca la enfermedad, la soledad y el miedo a acabar en una UCI porque el oxígeno en nuestra sangre no era el suficiente. Si, pasamos miedo, mucho miedo y más siendo médico y estando al día de todo lo que la ciencia iba publicando, que no era precisamente alentador. Pero también, al convivir en primera línea con este virus cruel y despiadado, que nos exigía a diario disfrazarnos de seres de otra galaxia, descubrimos, que afloraban, de nuevo, valores que creíamos no olvidados, pero sí escondidos o relegados en aras de la rapidez, la eficacia y la rentabilidad. A saber: la solidaridad, la entrega, el cariño y la ternura que despertaban en nosotros y nosotras las personas a las que cuidábamos, tan vulnerables, tan frágiles, tan lejos de sus seres queridos. De alguna manera, fuimos su única conexión con un mundo cada vez más irreal, más extraño y, más triste”.
“Y entonces llegó la vacuna”, continúa el experto, “tras un halo de revuelo mediático, con fotógrafos y grandes titulares, y con ella la esperanza y de nuevo la alegría contenida, no vaya a ser que… Y, hoy, cuando el proceso se ha acabado y con él los sustos y los sobresaltos diarios, empezamos a creer que es verdad, que esta pesadilla se puede acabar, y respiramos, no sé si muy tranquilos del todo, pero respiramos”.
Por su parte, María José Arenaza, directora de IMQ Igurco Centros Gerontológicos, señala que “en nuestras residencias, por diferentes motivos, hemos visto un camino a la esperanza, lo hemos vivido con excitación y emoción. ¡Incluso nos sacamos fotos! La mayoría de las personas que trabajamos y vivimos en los centros sentimos que es el único camino que nos queda hacia la normalidad que teníamos antes de comenzar esta dura y larga pandemia. Hemos detectado en aquellos residentes que son capaces de entenderlo, satisfacción y tranquilidad. Son conscientes que aún deben extremar las medidas preventivas pero contemplan la protección de la vacuna como un privilegio. Se ven como personas afortunadas frente al resto de la sociedad. Pero no olvidan que han sido los que peor han vivido toda la pandemia”.
Con respecto a las familias, “igualmente ven la vacuna como un logro para sus familiares, que han sido muy castigados por la pandemia. y ahora se preguntan cómo podrán disfrutar de la reconciliación familiar entendida en la manera en la que se vivía anteriormente. Pero les inquieta que puesto que ellos están en diferentes rangos para la vacunación, cuándo les llegará la fecha en la cual puedan tener un contacto más estrecho con sus seres queridos”.
En relación a los trabajadores, “estamos en las mismas circunstancias. Manifestamos cierto alivio, ya que hasta ahora hemos mantenido, desde la responsabilidad, medidas muy rígidas para evitar y minimizar contagios, y ahora, siempre desde la alerta, estamos comenzando a ver un futuro diferente y normal. Al final, todos nos hemos abandonado a los brazos de la vacuna para volver a la vida que se paró en marzo de 2020. ¡Si eso no es esperanza, no sé cómo denominarlo!”, concluye.
En relación a esta nueva etapa, Mercedes de la Sota, directora de IMQ Igurco Orue, recuerda que desde abril han estado comunicándose, diariamente, con las familias y los trabajadores, “dando el parte de lo que acontecía en el Centro: positivos, negativos, aislamientos, PCR, cancelación de visitas”, aunque frases como estas también se incluían en los escritos:
«Sigamos poniendo en práctica esa solidaridad y esperanza capaces de dar fuerza, apoyo y sentido a estos momentos tan difíciles que nos está tocando vivir».
«No me canso en decirles que seguimos todos entregados a salvar esta situación y tienen todo nuestro afecto. Sigamos manteniendo la esperanza».
«Deseo que tengan claro que nosotros no vamos a bajar la guardia. El personal seguirá manteniendo los mismos equipos de protección, seguirá trabajando con la misma profesionalidad y procurando la máxima humanidad que venimos manteniendo hasta la fecha».
Y el 27 de diciembre “llegó la alegría de poder recibir la primera dosis de esa ansiada vacuna, llegó la luz de esperanza que hemos estado apelando durante todo este tiempo, llegó la paz que necesitamos todos para calmar el desaliento que hemos vivido. ¡No podemos bajar la guardia, pero la vida se ve diferente y mientras hay vida, hay esperanza!” finaliza la directora de IMQ Igurco Orue.