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El Museo de la Minería del País Vasco lleva la historia de la mujer trabajadora a los centros de personas mayores

Sala de prensa - Residencias para mayores y centros de día
  • Los mayores del centro de día foral IMQ Igurco Bilbozar, de Bilbao, asistieron a una charla impartida por una profesional del Museo.
  • Ya que las personas mayores no pueden ir en grupo a ver el Museo, técnicos de esta institución acercan la historia de la minería vasca a este centro.

 

Con el fin de continuar avanzando y promoviendo un ocio enriquecedor para las personas mayores, la residencia y centro de día IMQ Igurco Bilbozar, ubicada en la capital vizcaína y perteneciente a la red de infraestructuras sociales de la Diputación Foral de Bizkaia, desarrolla desde finales del año pasado un programa de conferencias con el Museo de la Minería del País Vasco, dentro de su “Programa para desplazarse a los centros sorteando la COVID-19”.

En este marco, Alazne Zenekorta, técnica del Museo, ha abordado en un taller denominado “Mujeres trabajadoras vizcaínas”, la labor de este colectivo desde el siglo XIX hasta poco después del fin de la Guerra Civil.

Tal y como valoró Alazne Zenekorta tras la visita, “la conferencia ha sido una experiencia muy bonita, diferente y divertida. A medida que desarrollamos los contenidos, los mayores nos cuentan también sus recuerdos y experiencias y resulta enriquecedor. Ahora que estamos en una situación en la que las personas mayores son un colectivo de alto riesgo y se deben extremar las medidas de prevención, esta iniciativa nos permite llevarles hasta ellos el Museo de la Minería del País Vasco”.

Ante una unidad convivencial de personas mayores del centro de día IMQ Igurco Bilbozar, la experta empezó su exposición aludiendo “a los diferentes roles de la mujer relativos al trabajo en la primera mitad del siglo XIX en Bizkaia, que tenían características diferentes según fueran poblaciones rurales (acarreo de leña, agua, elaboración del pan) o costeras (acondicionamiento de las redes, preparación del pescado para conservas, etc.)”.

Según explicó, en la segunda mitad del siglo XIX, con el auge de la minería en Bizkaia se aumentó el fenómeno de la inmigración desde otras provincias. En el caso de las mujeres, si éstas eran solteras era más probable que acabaran trabajando en el servicio doméstico en los núcleos urbanos, mientras que las casadas y viudas, tendían a ir a las zonas mineras. En éstas “las mujeres realizaban diversas tareas, muchas de ellas duras y escasamente remuneradas, como transportar cargas, elaborar explosivos, o tener huéspedes en el domicilio familiar, todo ello, para ayudar a la economía doméstica”.

Con el desarrollo económico y el consiguiente florecimiento de la industria, surgió en Bizkaia la siderurgia. “Por ejemplo, en La Iberia, de Sestao, las mujeres trabajaron como hojalateras y en la fábrica de explosivos de La Madalena, en las faldas del monte Serantes, como encartuchadoras de material explosivo. Estas labores en la siderurgia la compaginaron con trabajos como lavar y coser, o como recadistas y aguadoras”.

El grupo, el de las costureras y modistillas, fue también de importancia en aquellos tiempos y “constituía un colectivo definido y con unas características propias”, ya que trabajaban para familias con mayor poder adquisitivo y podían acceder a atuendos más elaborados.

Otro grupo que destacó la técnica del Museo de la Minería del País Vasco durante su charla en el centro de día de IMQ Igurco Bilbozar, fue el de las nodrizas o amas de cría, “mujeres cuyo origen se situaba muchas veces en el ámbito rural y que dejaban a sus hijos en el pueblo para ir a trabajar a los núcleos urbanos para amamantar a los recién nacidos de las familias pudientes”.

En la década de los años 20 del siglo pasado, “empezó a constatarse cambios materiales e ideológicos, con un mayor acceso de las niñas a la educación. De manera paralela, la imagen de la mujer también comienza a cambiar: de la tradicional vestimenta con la falda hasta los tobillos y el pelo largo recogido en un moño, se pasa a ver a la mujer con el pelo corto, falda hasta la rodilla y maquillaje”. Y es la época también de las sufragistas.

Gracias a la competencia laboral mostrada, las mujeres fueron entrando en desempeños profesionales que, hasta entonces, eran típicamente masculinos, como la medicina, la farmacia o el radiotelégrafo, además de en la educación, la enfermería o como secretarias.

En los años previos a la Guerra Civil, las mujeres trabajadoras “comenzaron ser empleadas con mayor frecuencia en talleres, fábricas y oficinas”, fenómeno que fue en aumento con el desarrollo de las operaciones bélicas. No obstante, al final de la contienda bélica, “la situación cambió de manera significativa”.