Fomentar la participación social refuerza la actividad funcional y anímica de las personas, fortalece el valor de su estatus como persona mayor y genera una comunidad plural e inclusiva.
Naiara López de Guereño
Trabajadora social
IMQ Igurco Zorrozgoiti
El desarrollo del modelo de atención en los centros sociosanitarios promueve un cambio de enfoque en el que el cuidado no se centra exclusivamente en los problemas de salud y/o dependencia de la persona, sino en la individualidad y los recursos personales que aún atesora y que por lo tanto, es necesario respetar, mantener y fortalecer.
Implementar este cambio de paradigma supone una evolución fundamental en el modelo de organización y planificación de la atención a las personas que residen en los centros. Esencialmente, estas personas evolucionan de ser receptores de actividades ofrecidas desde el ámbito comunitario (posición pasiva) a una fuerza impulsora de cambios y demandante de mejoras (posición proactiva).
Para poder llevar a cabo esta transformación ideológica y llevarla a la práctica, es esencial un trabajo de motivación de las propias personas residentes en el centro, la implicación y colaboración del ámbito comunitario más cercano y un trabajo global de minimización de prejuicios asociados a la edad (edadismo), especialmente perjudiciales en las personas mayores que viven en centros sociosanitarios.
Fomentar la participación social refuerza la actividad funcional y anímica de las personas, fortalece el valor de su estatus como persona mayor y genera una comunidad plural e inclusiva. Recordemos que las personas mayores residentes en centros sociosanitarios mantienen los mismos derechos que el resto de los vecinos. Para ello, los profesionales debemos motivar que “salgan del centro”.
“Salir del centro”, desde un punto de vista ideológico, va más allá de cruzar la puerta físicamente; supone mostrar interés en lo que ocurre en el exterior, analizar y promover mejoras adecuadas a sus necesidades, intereses y deseos.
Proyectos que combaten la soledad no deseada junto a asociaciones sin ánimo de lucro, como Cruz Roja y Cáritas, favorecen que personas sin apoyos familiares mantengan la capacidad de acudir a salidas culturales, excursiones y salidas.
Somos conscientes de que la población de personas mayores es plural pero a menudo percibimos que se proyecta una imagen centrada en las patologías, dependencias y apoyos asistenciales que requieren, lo que deja al margen toda esa parte de su capacidad, disponibilidad, experiencia y conocimiento. Valores incalculables que hay que mostrar a las generaciones más jóvenes.
La ‘intergeneracionalidad’, no es un objetivo ‘per se’, sino un camino sin fin, una metodología de trabajo y de cultura en la que el conocimiento mutuo abre los ojos a la realidad de la persona que tenemos en frente. Un individuo que es parte de un colectivo por edad (sea la persona menor, joven, adulta o mayor), pero que es distinto en su singularidad. No hay mejor forma de combatir el edadismo que compartir tiempo, espacio e intereses con una persona para entender que no todos los miembros de un grupo son iguales.
Iniciativas con las asociaciones de comerciantes, con las asociaciones vecinales de los barrios, cursos de formación compartidos con los centros de salud, campañas divulgativas llevadas a cabo como, como por ejemplo, el Día del Abuelo (‘Un Abuelo es…’) o en conmemoración del Día de las Personas Mayores (‘Un Deseo, Un Derecho’) tienen por objeto mostrar, a través de vídeos realizados en los centros de IMQ Igurco, una imagen de la persona mayor más saludable y activa. En definitiva, una percepción más ajustada a una realidad hasta ahora oculta.
Porque las personas mayores tienen mucho que aportar, ayudemos a darles voz