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Recursos adaptados: más calidad de vida para las personas mayores

Sala de prensa - Residencias para mayores y centros de día

Lucía Barandiarán
Trabajadora social
Responsable de IMQ Ayuda

 

La experiencia muestra que la dependencia no tiene por qué tener un carácter permanente, sino que puede tener un carácter temporal. Suelen ser los casos en que una persona necesita apoyo de otra: tras una intervención quirúrgica, tras una caída, en el proceso de una enfermedad avanzada, apoyos puntuales por razón de la edad, por la soledad, por un estado confusional después de un ingreso hospitalario, etc. Para estas ocasiones, pueden ser de gran ayuda los servicios de orientación hacia recursos adaptados.

Desde el servicio de IMQ Ayuda, seguimos empeñados en mejorar la calidad de vida tanto de las persona en situación de dependencia como de las personas cuidadoras. Por ello, cuando informamos y orientamos sobre las diferentes soluciones sociosanitarias, realizamos una valoración inicial basada en tres aspectos que siempre se tienen que tener en cuenta.

1. Conocer la situación clínica de la persona en situación de dependencia

No existen enfermedades de la vejez, sino enfermedades en la vejez. Lo que cambia es la frecuencia de algunas patologías y el terreno donde éstas se asientan: un organismo disminuido en sus defensas y en su capacidad de adaptación y de reserva; de ahí la tendencia a la cronicidad de algunas patologías cuando se presentan. Asimismo, la enfermedad en las personas mayores tiene una repercusión funcional, psíquica y social.

2. Conocer las preferencias, costumbres y valores de la persona en situación de dependencia

Es preciso garantizar el derecho a la autodeterminación de la persona mayor, teniendo en cuenta el derecho a que se gestione su vida privada de acuerdo a sus valores y creencias y, en su caso, aquellos pertinentes cuando no sea capaz de decidir. Hay que conocer las preocupaciones de la persona en situación de dependencia; preocupaciones relacionadas con la enfermedad (nivel de independencia y malestar físico y psicológico), preocupaciones de conservación de la dignidad (optimismo, aceptación, resiliencia, continuidad de uno mismo) y preocupaciones en relación a su ecosistema social (circunstancias familiares, ser una carga para los demás, los límites de la privacidad, etc.).

3. Conocer el ecosistema social de la persona en situación de dependencia

La situación de dependencia puede llegar de forma lenta, siguiendo un proceso evolutivo, o de forma repentina. En esta situación se pasa a depender de otra persona para actividades como el cuidado personal, las actividades domésticas básicas, la movilidad esencial, reconocer personas y objetos, orientarse, entender y ejecutar órdenes o tareas sencillas, etc.

Es importante conocer con qué apoyos familiares y sociales cuenta la persona en situación de dependencia. Por ejemplo, si tiene cónyuge, hijos u otros apoyos que le pueden acompañar en los cuidados; si hay conflictos familiares; si existe una corresponsabilidad en los cuidados; cómo afronta cada miembro de la familia la enfermedad de su familiar en situación de dependencia; qué conocen los miembros de familia acerca de la evolución de la enfermedad de su familiar; si cuenta con recursos económicos para poder contratar a personas cuidadoras o si puede ser beneficiaria de recursos públicos.

IMQ Ayuda: orientación e información

Una vez que se conoce la situación clínica (dependencia funcional y cognitiva), las preferencias en los cuidados y el ecosistema social, desde el servicio de IMQ Ayuda, de orientación e información, podremos proponer las soluciones sociosanitarias que mejor se adapten a las necesidades de cada caso. En ocasiones, contando con la posibilidad de cuidados en el hogar (teleasistencia; ayuda a domicilio; ayuda técnica y adaptabilidad de la vivienda; servicio de comida a domicilio y transporte adaptado; y planes de cuidados). O, en otras, a través de centros de día, centros sociosanitarios —como unidades de recuperación funcional—, residencias con estancias temporales y permanentes, y cuidados al final de la vida.

De esta manera, las familias y las personas en situación de dependencia se sienten tranquilas, comprendidas y atendidas porque reciben una respuesta profesional y experimentada en esos momentos de incertidumbre y vulnerabilidad.

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