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Uno de cada tres pacientes mayores hospitalizados por COVID-19 ha padecido delirium durante su estancia

Sala de prensa - Residencias para mayores y centros de día
  • Este porcentaje se incrementa hasta el 65% en los casos de personas mayores con Covid-19 ingresadas en unidades de cuidados intensivos.
  • El delirium es un síndrome clínico caracterizado por un cambio agudo y fluctuante de la función cerebral que ocurre como consecuencia de un proceso orgánico, como por ejemplo, una infección del tracto urinario, una neumonía, etc.


Mañana, 16 de marzo, se celebra el Día Mundial de la Concienciación sobre el Delirium. El objetivo de esta iniciativa mundial es potenciar la educación del personal sanitario en este síndrome, el reconocimiento precoz de los síntomas y el desarrollo de estrategias que prevengan su aparición para minimizar su impacto a largo plazo en la salud del paciente.

La importancia de este síndrome la pone de manifiesto la Dra. Naiara Fernández, especialista en Geriatría y directora Asistencial del grupo sociosanitario vasco IMQ Igurco: «Durante la pandemia, el delirium ha sido, y es, una complicación bien conocida de la Covid-19, con tasas de incidencia del 25% al 37% en pacientes hospitalizados en planta. Este porcentaje se dobla hasta superar el 65% en las unidades de cuidados intensivos (UCI) con este tipo de pacientes. Desarrollar un delirium durante la infección por la Covid-19 también se asocia a un peor pronóstico, y a una mayor mortalidad».

Según explica la geriatra, el delirium es «un síndrome clínico caracterizado por un cambio agudo y fluctuante de la función cerebral que implica desorientación, inatención y otras alteraciones cognitivas (alucinaciones, pérdida de memoria, pensamiento desorganizado, agitación psicomotriz, agresividad…), y que ocurre como consecuencia de un proceso orgánico. Entre los procesos orgánicos subyacentes, se pueden citar, por ejemplo, una infección del tracto urinario, una neumonía, o la existencia de dolor en personas con dificultades para su verbalización. Estas situaciones aparecen generalmente durante un ingreso hospitalario o en una unidad geriátrica de recuperación funcional, adonde acuden pacientes con este tipo de trastornos».  

El delirium es un síndrome geriátrico «prevalente» en el adulto mayor, que «lamentablemente, en ocasiones no es diagnosticado, pudiendo condicionar un impacto en la autonomía y la calidad de vida de las personas mayores y su entorno».  

Importancia del diagnóstico precoz

El delirium, según informa la directora Asistencial de IMQ Igurco, afecta a un tercio de los pacientes mayores de 70 años hospitalizados por una causa médica, como pueden ser infecciones, agudizaciones de insuficiencia cardiaca, deshidratación, etcétera. Este porcentaje se incrementa hasta el 50% en pacientes ingresados por una causa quirúrgica (fractura de cadera, obstrucción intestinal y otros).  

«En el caso de que las complicaciones médicas o quirúrgicas lleven a una persona mayor a una unidad de cuidados intensivos, la prevalencia de delirium alcanza el 85%. Padecer delirium condiciona un mayor tiempo de hospitalización, mayor riesgo de institucionalización, deterioro cognitivo y funcional y un aumento de la mortalidad, comportando además un sobrecoste para los servicios sanitarios estimado en 500 euros por ingreso», destaca la experta.

Por todas estas consecuencias negativas que puede experimentar una persona mayor que padece delirium «es de vital importancia reconocer los síntomas de manera precoz para corregir aquellos factores que puedan estar precipitando su desarrollo, así como identificar a personas con riesgo elevado de presentar delirium, poniendo en marcha estrategias preventivas que eviten su instauración».


Según desgrana la geriatra, «es más efectiva la prevención de su aparición que el posterior abordaje del delirium, ya que los fármacos, generalmente antipsicóticos (haloperidol, risperidona, quetiapina…) no han mostrado un claro beneficio que recomiende su uso sistemático para el control de los síntomas».  

Consejos para prevenir la aparición del delirium

  • Favorecer la orientación temporal, espacial y en persona a través de la conversación.
  • Facilitar la tenencia de objetos personales en la mesilla de noche (calendario, reloj, fotografías…).
  • Promover el autocuidado y el mantenimiento de actividades cotidianas (lectura, radio, música).
  • Garantizar la socialización con familiares, allegados y convivientes.
  • Asegurar una correcta hidratación (seis vasos de agua al día).
  • Evitar el consumo de bebidas con cafeína y carbonatadas.
  • Si la persona utiliza gafas, audífonos o prótesis dental, garantizar su colocación en todo momento para que pueda relacionarse normalmente con su entorno.
  • Promover que la habitación se encuentre iluminada, evitando el ruido excesivo.
  • Promover la realización de actividad física al menos tres veces al día.
  • Evitar el encamamiento, si la condición clínica lo permite.
  • Descartar el uso de sujeciones físicas, salvo riesgo inminente para su salud o la de terceros.
  • Valorar el acompañamiento familiar durante la noche.
  • Facilitar información a la persona cuidadora sobre el curso clínico del delirium para minimizar su frustración y sufrimiento.
  • Dar pautas sobre cómo colaborar en los cuidados en el caso de que su familiar o allegado presente delirium: evite gritarle, no critique su comportamiento, promueva su orientación las 24 horas…
  • Prestar apoyo emocional si el delirium impacta en la salud.