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Conchita Bernaola Sarachu, natural de Alonsotegi y criada en el barrio baracaldés de Burceña, cumple cien años

Sala de prensa - Residencias para mayores y centros de día
  • A los 27 años se vio viuda de manera prematura y sin pensión.
  • Su secreto es “vivir y disfrutar de la vida lo máximo posible”.
  • En el homenaje han estado presentes representantes de la Diputación Foral de Bizkaia y del Ayuntamiento de Bilbao, así como Amaia del Campo, alcaldesa de Barakaldo.

María Concepción Bernaola Sarachu, nacida el 23 de octubre de 1919 en Alonsotegi, criada en el barrio baracaldés de Burceña y residente de la residencia IMQ Igurco Zorrozgoiti, perteneciente a la red de infraestructuras sociales de la Diputación Foral de Bizkaia, ha festejado en la mañana de hoy su centésimo cumpleaños. Conchita ha estado arropada por miembros de su familia, entre los que se puede citar a sus sobrinas Arantza y Conchi Bernaola, sus sobrinos políticos Iñaki Fernández y Kepa Ugarte, y otros miembros de su familia como Endika y Alazne Fernández e Irune Ugarte. También asistió su primo, Txema Botella Bernaola, usuario igualmente del centro de día de IMQ Igurco Zorrozgoiti.

A la celebración ha asistido una nutrida representación institucional. Amaia del Campo, alcaldesa de Barakaldo, y Jonathan Martín, concejal de consistorio fabril, han hecho entrega a Conchita de un grabado sobre cerámica de una imagen del núcleo urbano de Barakaldo. Por su parte, Iciar Echevarría, del servicio de Actuaciones Institucionales de la Diputación Foral de Bizkaia, ha dado a la homenajeada un vistoso ramo de flores y una litografía del artista Jesús Lizaso titulada A salvo de cien tempestades. Asimismo, Marta Barado, del área de Acción Social del Ayuntamiento de Bilbao ha regalado a la nueva centenaria, en nombre del consistorio bilbaíno, una estatuilla de una farola del puente del conde de Mirasol, de Bilbao.

Los profesionales de la residencia han querido igualmente expresar su cariño a la residente. En este sentido, Iñaki Isasi, director de Operaciones de IMQ Igurco ha entregado una bufanda a Conchita y María Urroz, directora de la residencia y centro de día IMQ Zorrozgoiti, ha dado a la protagonista de la jornada una placa de las calles de Bilbao con su nombre y con un texto conmemorativo en su reverso.

Semblanza

María Concepción Bernaola Sarachu, más conocida como Conchita, nació el 23 de octubre de 1919 en la localidad vizcaína de Alonsotegi (en aquella época pertenecía a Barakaldo), pero siendo ella un bebé, se mudó con su familia al barrio baracaldés de Burceña, donde se crió, primero en el edificio de su abuelo del que era propietario (donde se liberó un piso) y, posteriormente, en una casa nueva que edificó su padre.

Su padre “tenía mucho genio y era muy estricto”; su profesión era la de carnicero (antiguamente se les llamaba “tablajero”) y su familia tenía tres carnicerías. Con esas circunstancias, guarda un buen recuerdo de su infancia junto a sus tres hermanos (Rafael, Arturo y Víctor), siendo ella la pequeña y la única hija, por lo que la protegieron mucho. Aunque vivían en Burceña, pasaba mucho tiempo en Alonsotegi con el resto de la familia materna, que era muy extensa.

Estando en Portugalete con sus amigas, un chico “muy guapo” llamado Andoni, preguntó que quién le enseñaría a bailar, y ahí se ofreció Conchita, aunque al final no bailaron y se fueron a tomar un café. De ahí surgió una relación que desembocaría en una boda cuando ella tenía 20 años y Andoni 26. Él trabajaba en una oficina y solía viajar a menudo. Conchita aprovechaba estos viajes para ir con él y así conocer las ciudades y pasar juntos los domingos. Siete años después de la boda, en uno de sus viajes, que en esta ocasión realizaba en solitario, Andoni falleció de manera fulminante. Fue una experiencia muy dura para Conchita. Recuerda a Andoni como un buen hombre, cariñoso y muy buen marido; ella lamenta que su vida en común fuera tan breve.

De este modo, se vio viuda con 27 años y sin pensión (pues no había cumplido los 30), así que dedicó el tiempo a cuidar de sus suegros, a los que quiso como a sus padres, y a aceptar cualquier viaje que el cura de Alonsotegi organizaba. Cada vez que sus primas de Alonsotegi le llamaban y le avisaban de que había un viaje, ella respondía “apúntame”. Le daba igual dónde, así que ha visto medio mundo. La ciudad que más le ha gustado en sus viajes es Viena.

Durante su vida, Conchita confiesa que ha tenido muy buenas amigas y que le ha gustado mucho ir al txoko con la cuadrilla. Hoy en día, sigue siendo una mujer de fácil conversación, generosa y coqueta. Su secreto es “vivir y disfrutar de la vida lo máximo posible”.