Mercedes de la Sota
Directora
Centro Sociosanitario
IMQ Igurco Orue
¿Se imagina que al llegar a una edad adulta pudiera perder su dignidad como persona, ser relegado a un segundo plano, no ser escuchado y no ser tenido en cuenta en las decisiones que le atañen? Pues, lamentablemente, en nuestra sociedad aún existe la discriminación contra las personas mayores.
En 1968, Robert Butler acuñó el término “edadismo” (adaptado al español a partir de la expresión en inglés, “ageism”) para referirse a los estereotipos y prejuicios que existen en relación con la edad y que suponen un claro ejemplo de desigualdad social.
Lamentablemente, el edadismo continúa siendo un estereotipo arraigado. Usar el diminutivo cuando nos dirigimos a un adulto mayor, denominarlos “abuelitos” o “viejos” son claros ejemplos de un trato inadecuado que cae en la infantilización y la falta de reconocimiento.
Si alguien puede enseñarnos lo que es la vida, es una persona mayor, por su experiencia vital. Las personas mayores que han sido jóvenes y han aportado su experiencia y su saber a la sociedad. Ahora, no pueden ni deben sentirse discriminados ni ser lanzados a la invisibilidad.
Por ello, uno de los mayores retos que tenemos en estos momentos y después de una pandemia en la que nos hemos aislado tanto del mundo y donde la soledad no deseada se ha descubierto con más virulencia, es el de construir una sociedad en la que las personas mayores participen en los procesos comunitarios, aprovechando así su valía en la vida ciudadana.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) nos invita a crear “ciudades amigables” para las personas mayores, sociedades donde a la persona mayor no se la vea como a una enferma o discapacitada. Así, aboga por los espacios agradables al aire libre, transportes públicos adaptados, accesos adaptados a las viviendas, y por la comunicación y la formación adecuadas a las necesidades de estas personas.
También reivindica su participación, respeto e inclusión social, así como la programación de eventos y actividades interesantes para este colectivo, a precios accesibles, que se celebren en lugares ubicados estratégicamente, estén bien iluminados y sean de fácil acceso con transporte público. E igualmente, en horarios convenientes para las personas mayores y que éstas sean incluidas en las actividades o programaciones consideradas como familiares.
Las personas mayores deben ser visibles en los medios de comunicación y en las escuelas, presentándoles de manera positiva, sin paternalismo y sin estereotipos.
Por último, y no menos importante, es fundamental ofrecer una amplia gama de servicios de salud y apoyo comunitario para promover un envejecimiento saludable, así como mantener y restablecer la salud.
Dentro de este aspecto, la OMS propone servicios médicos en medicina primaria con amplios horarios, con personal suficiente para la escucha y la atención personal, y con una construcción segura y totalmente accesible. Servicios de atención domiciliaria que incluyan los cuidados personales y de salud, y los quehaceres domésticos; centros de día y centros residenciales adaptados a cada necesidad, con una firme misión de mejorar la calidad de vida de las personas mayores y sus familiares, proporcionando los mejores servicios; con profesionales en los equipos excelentemente capacitados y comprometidos en la humanización.
Provoquemos que esto sea una realidad, luchemos por una ciudad y una sociedad amables, cambiemos nuestros estereotipos y prejuicios, y tratemos con respeto a las personas mayores.
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