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Relaciones afectivo-sexuales en personas mayores

Sala de prensa - Residencias para mayores y centros de día

Janire Achicallende Porturas
Psicóloga
IMQ Igurco Forua


En la actualidad, nadie duda de la importancia y la necesidad de atender y educar la sexualidad de todas las personas, desde planteamientos y enfoques de intervención integrales y centrados en cada persona.

En una sociedad en progresivo envejecimiento, la sexualidad debería mantenerse como una dimensión afectiva, sentimental y relacional durante la existencia de las personas, promoviendo el respeto hacia el cuerpo y los aspectos únicos y peculiares presentes en cada fase de la vida.

Etapa vital de cambios

Existen muchas evidencias científicas que afirman que el abanico de las relaciones afectivo-sexuales y el patrón sexual sufre cambios y modificaciones significativas en el proceso de envejecimiento: cambios fisiológicos, anatómicos, hormonales y funcionales, que propician una adaptación del comportamiento sexual a su nuevo funcionamiento.

Algunos fármacos que se utilizan para tratar las patologías propias de la edad y otros psicofármacos, también afectan en el cambio del comportamiento, los intereses y las actitudes hacia la actividad y el deseo sexual en las personas mayores.

Muchas personas optan por dar más protagonismo al abanico de la sexualidad y a otras actividades sexuales como las aproximaciones físicas, las caricias, los besos, los momentos de intimidad emocional, de complicidad, de las relaciones de compañía o masturbaciones, minimizando así, el modelo coitocentrista y reproductivo.

Mitos

Tal y como está demostrado, el sexo, los deseos y la sexualidad juegan un papel importante en el envejecimiento saludable de las personas mayores, pero aún existen creencias y conceptos erróneos relacionados con las relaciones afectivo-sexuales de las personas mayores, ya que existe la visión de asociar la sexualidad y las relaciones afectivo-sexuales a la reproducción. Estos prejuicios sociales y el tratar la sexualidad como un tema tabú, influyen negativamente en la sexualidad de la persona mayor, privándola de su derecho a mantener su actividad afectivo-sexual de forma satisfactoria.

A estos estereotipos negativos relacionados con la sexualidad al envejecer, se les puede sumar la doble discriminación que muchas personas mayores pueden sufrir por su orientación sexual e identidad de género.

Como seres sexuados que somos desde que nacemos hasta que morimos, la intervención con las personas mayores debe estar vinculada a atender, educar y prestar apoyos para que sus derechos sexuales se cumplan y promover su bienestar físico, psicológico y social. Para ello, también es preciso formar al equipo multidisciplinar que acompaña a las personas institucionalizadas, para poder ofrecer los apoyos que precisen, partiendo desde sus peculiaridades y capacidades y no desde sus limitaciones, dando libertad a la expresión y vivencia de su sexualidad y sus necesidades afectivo-sexuales.

La intimidad en centros residenciales y sociosanitarios

La intimidad de las personas mayores puede verse limitada cuando ingresan en una institución, ya que, en ocasiones, el ambiente o el espacio pueden no ser los más adecuados o por el hecho de compartir habitación con otra persona. Por eso, es importante promover la intimidad y propiciar espacios seguros y privados para ella, así como el uso de habitaciones y baños individuales.

Es verdad que un porcentaje alto de las personas que ingresan en centros residenciales y sociosanitarios presentan dificultades en sus capacidades funcionales, cognitivas y sociales pero nuestra misión debe partir desde la atención centrada en la persona, desde sus procesos individuales, y tener en cuenta también sus derechos, sus hábitos, sus deseos sexuales y sus placeres, para fomentar su salud física y mental, respetando y cuidando en la diversidad.

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