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Estereotipos, prejuicios y discriminación con las personas de edad

Residencia de ancianos. Residencia para mayores y tercera edad en Bilbao Bizkaia y Vitoria Gasteiz Araba
  • Las personas mayores tienen las mismas oportunidades de crecimiento, desarrollo y aprendizaje que aquellas que recorren otras etapas de la vida.

    Patricia Sastre
    Directora 
    IMQ Igurco Bilbozar

La población de Euskadi mayor de 65 años alcanzó el 23% en octubre de 2021 (57% mujeres), con previsión de crecimiento hasta 2050, año en el que una de cada tres personas que vivan en Euskadi será mayor de 65 años.

Cuando se hace referencia a la vejez, muchas veces se hace considerando exclusivamente aspectos biológicos, clínicos, científicos, psicológicos, etc., sin considerar que la vejez es, en definitiva, una construcción histórica y sociocultural, ya que cada sociedad es la que define y da significado a las diferentes etapas de la vida de una persona.

Las creencias, expectativas y estereotipos que la sociedad tiene sobre las personas mayores influyen en su comportamiento y autoconcepto, llegando a tener una percepción de su propia persona desvalorizada y negativa. Como consecuencia, se producen conductas y sentimientos de minusvalía, desamparo, vulnerabilidad y aislamiento que pueden interferir en la salud física y mental —por el impacto emocional de un trato inadecuado—, y en la reducción de su participación social, con una pérdida de propósito y una limitación de su proyecto vital de cara al futuro.

La mayoría de las personas mayores pierden su posición profesional tras la jubilación, su rol de responsabilidad familiar —a veces diferido al cuidado de nietos— y el nivel de participación en diferentes ámbitos sociales, desempeñando un rol más pasivo que en las etapas anteriores. Las personas adultas mayores tienen las mismas oportunidades de crecimiento, desarrollo, aprendizaje y vivir nuevas experiencias, que aquellas que recorren otras etapas de la vida.

Los estereotipos positivos se encuentran dirigidos, en primera instancia, hacia las personas mayores que se ubican en el rango de 60 a 65 años. A medida que aumenta la edad prevalecen las imágenes negativas, recuperando un mayor estatus a aquellas que alcanzan los 90 y 100 años.

Edadismo

En diciembre de 2022, la Real Academia de la Lengua incorporó la palabra “edadismo” a su diccionario, definiéndose como una discriminación por razón de la edad, afectando especialmente a las personas mayores, estando ampliamente extendido en la sociedad, y siendo escasamente reconocido pero generando un alto impacto en las personas mayores. Así, el edadismo tiene relación con:

  • Pérdida de representatividad en medios de comunicación y actividades públicas, con la consecuente invisibilización y ausencia de participación en la toma de decisiones.
  • Una regulación del mercado laboral, limitando el acceso de personas de edad.
  • Una dificultad en el acceso a información y servicios en los que la transformación tecnológica priorice elementos comunicativos o de acceso que supongan una brecha digital
  • Limitaciones en el diagnóstico o tratamiento de algunas enfermedades.
  • La construcción de políticas sociales considerando a las personas mayores como beneficiarias de cuidados y apoyo, que ejercen presión en los presupuestos y los recursos.

Entre las herramientas para hacer frente al edadismo están la comprensión del envejecimiento como una etapa más de la vida, así como contrarrestar los conceptos y estereotipos de la vejez, reconociendo la diversidad de las personas mayores y respetando aquellos cambios atribuibles a la misma (presencia de enfermedades crónicas, limitación de la velocidad en la ejecución de tareas motoras o cognitivas, etc.). También se ha de favorecer la participación de las personas mayores en la toma de decisiones, especialmente en aquellas en las que están implicadas (construcción de políticas sociales y de abordaje de las enfermedades crónicas), así como promover un pacto intergeneracional que limite la percepción negativa de todas las etapas de la vida, reconociendo a todas las personas como titulares de derechos que tienen las mismas garantías de dignidad, igualdad, participación, autonomía e independencia durante toda su vida.