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A partir de la valoración geriátrica integral de la persona mayor, se consensúa, con ella o con su familia, su plan de atención individual, atendiendo a sus derechos, libertad y dignidad.
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Este plan puede comprender la adopción de medidas terapéuticas de diversos tipos que reduzcan el riesgo de caídas, principal motivo por el que todavía se siguen empleando en algunos centros las sujeciones físicas.
Cada 15 de junio se conmemora, impulsado por la Organización de Naciones Unidas (ONU), el Día Mundial de Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato en la Vejez. Este organismo supranacional define el maltrato en las personas mayores como «un acto único o repetido que causa daño o sufrimiento a una persona de edad, o la falta de medidas apropiadas para evitarlo, que se produce en una relación basada en la confianza». Este maltrato puede adoptar diversas formas, como el maltrato físico, psíquico, emocional o sexual, el abuso de confianza en cuestiones económicas y las negligencias.
Uno de los aspectos que, todavía hoy, más controvertidos en el cuidado de personas mayores en algunos centros es el uso de sujeciones. A este respecto, la Dra. Naiara Fernández, especialista en Geriatría y directora Asistencial de IMQ Igurco pone de manifiesto que en IMQ Igurco se aboga por un cuidado sin sujeciones: «contamos con equipos compuestos por profesionales de diversas disciplinas y expertos en la atención a las personas mayores que, en el momento del ingreso, realizan una valoración geriátrica integral, identificando los riesgos, las necesidades, las potencias y capacidades, y también las preferencias y expectativas de la persona usuaria».
A partir de esta valoración, el equipo asistencial de los centros de IMQ Igurco presenta un plan de atención individual, que se consensúa con la persona usuaria, o con sus familiares de referencia, cuando es necesario. De este modo, se garantiza «la continuidad del proyecto de vida en la comunidad para la persona mayor», así como «su dignidad». Tal y como recalca la geriatra, «chocamos frontalmente con el uso de sujeciones físicas que limiten la libertad de las personas a las que cuidamos».
En el plan de intervención que se presenta a la persona usuaria o a su familia, se pueden incluir actividades terapéuticas, «como potenciación muscular, ejercicio multicomponente, abordaje de síntomas conductuales en casos de personas con demencia, optimización de la prescripción farmacológica, etcétera».
El objetivo de estas medidas terapéuticas es el de reducir la aparición de caídas, «motivo principal de solicitud de la aplicación de una sujeción física, por parte de un profesional o familiar de la persona dependiente, con un propósito de protección pero que, sin embargo, subordina varios derechos, así como la dignidad y autonomía de la persona cuidada».
Guía de buenas prácticas
IMQ Igurco tiene implantado desde años anteriores un Protocolo de prevención y abordaje del maltrato, cuyo objetivo es detectar posibles situaciones de maltrato físico, económico o derivado de la falta de atención en las necesidades básicas.
En este año, además, se ha difundido una Guía interna de buenas prácticas en el tratamiento de las personas mayores, con especificaciones sobre «el uso de lenguaje inclusivo y no edadista, el fomento de una imagen positiva de la longevidad y la modificación de ambientes, orientándose éstos hacia espacios más hogareños, no infantilizadores», señala la directora Asistencial de IMQ Igurco.
En cuanto al Protocolo de prevención y abordaje del maltrato, «se activa si en el momento de valoración al ingreso de la persona mayor en IMQ Igurco o durante la estancia en un centro, el responsable de Trabajo Social tiene indicios de que la persona usuaria pueda estar expuesta a alguna situación de maltrato. A partir de ese momento, se realiza una observación de los factores de riesgo de maltrato físico y económico a través de un cuestionario de prevención. En caso de que puedan identificar dos o más factores de riesgo, las intervenciones a realizar se coordinan con el equipo multidisciplinar, consensuadas con la persona usuaria, y se comunican al Servicio Social de Base correspondiente. Asimismo, se realiza un cuestionario de detección para identificar el nivel de riesgo e intervenir en función del resultado. Una vez establecidas las pautas, se valora periódicamente el nivel de riesgo asociado para determinar la continuidad del procedimiento. El protocolo finaliza cuando no se detectan factores de riesgo y se ha garantizado la seguridad y el bienestar de la persona usuaria», concluye Irene Ruescas, trabajadora social de IMQ Igurco.
Decisiones compartidas
Ainara Castaños, neuropsicóloga de la residencia IMQ Igurco José M.ª Azkuna, pone de relieve que «la forma de trabajar de las organizaciones y sus profesionales está evolucionando hacia un modelo de atención potenciador del buen trato». Esto no significa que hasta ahora no se haya trabajado desde la individualidad en los centros asistenciales, sino que la toma de decisiones sobre los cuidados «recaía principalmente en los profesionales, con objetivos e intervenciones más centrados en patologías, riesgos y déficits, que en fortalezas y capacidades. Ahora es la propia persona, o la familia en su representación, quien elabora su plan de atención y vida de acuerdo con el equipo interdisciplinar y su profesional de referencia».
Según concluye la neuropsicóloga de IMQ Igurco, «la historia de vida de la persona mayor, sus preferencias y deseos, sus objetivos y expectativas han de ser el eje central de la atención que damos a las personas en las residencias».